7 de enero de 2014

Luego de 25 años, vuelven a investigar la colonia de murciélagos de Derecho

Una bióloga, una docente y un veterinario realizan el trabajo para calcular la población que habita el lugar. Y, a pesar su mala fama, defienden las bondades del mamífero.

Los murciélagos no tienen buena fama. Que se enredan en el pelo, que son ratones con alas o que son hematófagos — que se alimentan con sangre— , son apenas algunos de los dichos que giran alrededor de estos mamíferos. Sin embargo, en Rosario tienen sus defensores, que no sólo aclaran que esos son "puros mitos" sino que cumplen una función fundamental: "Son el principal controlador biológico de insectos, entre ellos mosquitos y polillas". Trabajan en la principal colonia de murciélagos que tiene la ciudad, una de las pocas maternales (las hembras vienen a parir) y toda una rareza por estar en el centro de la ciudad y ubicada en los antiguos techos de la actual Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). La profesora de Ciencias Naturales María Eugenia Montari, la bióloga Candelaria Cordini y el veterinario Marcelo Romano no sólo suben a los techos del centenario edificio todos los años, cuando los animales comienzan a llegar, sino que en 2014 pusieron en marcha una nueva investigación exhaustiva que se propone calcular la población de la colonia y sus características.


Los primeros registros de murciélagos en lo que fue el antiguo Palacio de Tribunales alcanza 1913 y pese a los intentos, fallidos, que hubo por evitar el ingreso de los animales a los áticos del lugar, lo hacen desde hace casi un siglo cada año.

"Antes llegaban a mediados de septiembre y ahora lo hacen ya sobre noviembre", explica Montini, y ninguno de los investigadores descarta que el cambio climático sea uno de los factores que demora la llegada de las hembras.

Así, ya sobre noviembre y, tras una migración de dos mil kilómetros, las hembras comenzaron a llegar este año nuevamente y se estima que lo hacen de países aledaños como Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay.

Bajo la lupa. Lo cierto es que la última investigación exhaustiva sobre la colonia de murciélagos es de finales de 1989 y estimaba la población de la colonia en unos 64 mil ejemplares.

Una de las hipótesis actuales es que ese número disminuyó en todos estos años y podría haberlo hecho a la mitad, ya que de hecho los animales perdieron la mitad del espacio que ocupaban originalmente cada verano.

"Se remodelaron los techos y sólo quedó para los animales el sector que va de la torre central hacia Córdoba y los techos sobre esa calle también, mientras que todo el sector hacia Santa Fe fue reformado y ocupado por oficinas", detalló Romano, el único que participó de la investigación de hace 20 años y ahora vuelve al lugar.

"Antes nos miraban como si fuéramos gente rara, hoy hay algo más de conciencia sobre la importancia que tienen para el equilibrio del ecosistema", planteó Romano.

En tanto, Cordini también destacó la necesidad de avanzar también "en un trabajo con la población cercana a la colonia, como vecinos, estudiantes y docentes de la facultad, para abordar la percepción que ellos tienen de los animales y lograr una «convivencia pacífica»", y en ese punto hizo hincapié en la importancia de que "el edificio tenga un adecuado mantenimiento para evitar las molestias entre unos y otros".

Controladores. Los tres investigadores pertenecen a la delegación Rosario del Programa de Conservación de Murciélagos de la Argentina (PCMA), e impulsaron el convenio que está a la firma de las Facultades de Derecho y Ciencias Agrarias, el Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo, la Secretaría de Medio Ambiente de Santa Fe y la ONG Ecosur.

De ese modo, tres veces por semana, acompañados de 15 estudiantes de la licenciatura en Recursos Naturales de la UNR y ataviados con trajes que los cubren de la cabeza a los pies, botas, guantes y linternas, suben a la colonia para llevar adelante el trabajo de campo.

"Esta es una colonia de la especie Tadarida brasiliensis, es un lugar donde vienen sólo hembras, llegan preñadas o algunas ya portando sus crías, las crían acá, las amamantan y cuando las crías aprenden a volar, se van", sintetiza Montini, mientras que la bióloga del equipo agregó que "conocer al animal desde la biología y sus necesidades es lo que permite saber si la especie está en riesgo y si es así, entran en juego las leyes nacionales que lo protegen".

Aunque sea un mamífero de mala fama, Cordini destaca que "estos mamíferos cumplen una función en el ecosistema, su función es la de ser controladores biológicos de insectos y si eso se desbarajusta, los principales perjudicados van a ser los humanos". Es más, la bióloga destacó que cada hembra come cada noche unos 3 mil mosquitos y se estima que entre todas las hembras de la colonia comen durante una temporada más de 285 mil kilos de insectos, principalmente mosquitos y polillas.

Lo cierto es que después de 25 años se volvió a poner en marcha un estudio detallado que promete tener los primeros resultados esta temporada. "Hay baches importantes de información que esta investigación nos permitirá ir llenando", indicó Cordini.

Y más allá de los resultados, no sólo defendieron a los mamíferos, sino que además confesaron que ya en febrero, cuando las hembras y sus crías se van hasta el año siguiente, "queda algo de desolación".

Fuente: Diario "La Capital"


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